Reflexiones y acciones acerca de una pedagogía
de producción de textos cinematográficos
en la escuela secundaria.
Premisas
La idea de utilizar el cine o, en general, recursos audiovisuales en la escuela no es nueva. En 1937, por ejemplo, Edgar Dale, estadounidense, especialista en tecnología educativa, propone con su Teaching with motion pictures la integración del cine en la enseñanza. La didáctica de lo que él llama “realidades editadas” es capaz de complementar con eficacia la solitaria voz del docente. A este propósito vale recordar que ya en 1679 Comenio decía en su Didáctica Magna que:
”Debe ser regla de oro para los que enseñan que todo se presente a cuantos sentidos sea posible. Es decir, lo visible a la vista, lo sonoro al oído, lo oloroso al olfato, al gusto lo sabroso y al tacto lo tangible; y si alguna cosa pudiera ser percibida por diversos sentidos, ofrézcase a todos ellos”.
En el proceso de enseñanza-aprendizaje la calidad de la percepción sería entonces importante. Pero para ello deberíamos producir textos de amplia raíz polisémica, como los que genera el cine, ya que son capaces de involucrar en el trabajo de decodificación e interpretación los dos hemisferios cerebrales: el izquierdo, racional, lógico-matemático, lineal y el derecho, intuitivo, holístico, creativo, relacionador. En este mismo sentido Jerome Bruner – ligado a la llamada revolución cognitiva – nos dice que existen dos modos complementarios e irreductibles de conocer: el lógico-científico y el narrativo. El primero analiza los fenómenos buscando relaciones causales con la intención de descubrir verdades probabilísticas, usando un lenguaje altamente formalizado y estructurado, mientras que el segundo, a través de metáforas, construye discursos cuyo criterio es la verosimilitud. El cine, como arte de síntesis, (séptimo arte) es capaz de construir “realidades editadas” conjugando lo racional, lo intuitivo y lo creativo.
De espectador a productor
Marta Libedinsky, Magíster en Didáctica de la Universidad de Buenos Aires, en su reciente libro Conflictos reales y escenas de ficción también defiende la idea de integrar el cine en la escuela, aunque no deja de señalar como asignatura pendiente la producción de cortometrajes en las instituciones escolares. Hay muchas y buenas razones (algunas ya las vimos) para incorporar el cine como herramienta didáctica en la escuela:
a - obliga a la atención involucrando emotivamente a las personas
b - Intensifica la realidad
c - permite traer al aula el pasado y el presente
d - amplifica o reduce el tamaño de los objetos
e - presenta sucesos que no pueden ser vistos por el ojo humano
f - mejora la comprensión de conceptos y relaciones abstractas
g - ofrece satisfactorias experiencias estéticas
h - promueve un nivel comunicativo más sofisticado dada la naturaleza polisémica del lenguaje cinematográfico.
Por otro lado, producir cine involucra competencias que el mero rol de espectador no logra poner en acto. Hacer cine implica ser capaces de contar una buena historia. Para ello es preciso tener una buena idea y trabajarla convenientemente. Esto supone, en primera instancia, recortar desde el infinito espacio semántico un pedacito significativo que tenga algún valor para nosotros y después construir una historia verosímil. Para cumplir con el principio de verosimilitud en la historia deberán articularse universos reconocibles y personajes coherentes según la lógica de la dramaturgia. En una palabra, habrá que construir un buen guión.
Durante esta primera fase, en lenguaje cinematográfico preproducción, una vez decidido sobre el que hablar, los alumnos deberán investigar tanto las características de los universos propios de la historia desde diferentes perspectivas (sociológica, económica, jurídica, política, histórica, cultural, antropológica etc.), cuanto los perfiles sicológicos de cada uno de los personajes y las motivaciones que justifican las acciones concretas de cada uno de ellos (por qué hacen tal cosa y no otra). Procediendo de esta manera, la ficción será una representación sólida del punto de vista de los autores porque será una narración que respeta el criterio de verosimilitud.
Según la lógica de la dramaturgia entre el protagonista y el antagonista debe instalarse necesariamente un conflicto que será resuelto durante el desarrollo de la historia. Esto implica un rico ejercicio para los autores porque exige una resolución al mismo tiempo racional y creativa de los conflictos y dilemas que aparecerán en ella. Hay que tomar decisiones para hacer avanzar la historia. Y esto no es poco sobre todo si consideramos que estamos hablando de adolescentes, personas que están atravesando una edad crítica en la cual tomar decisiones adquiere una particular importancia. Aprender a relativizar, construyendo universos y personajes, ayuda a abandonar los prejuicios y al mismo tiempo adoptar una forma de pensar más crítica y madura.
Trabajar con el cine de ficción tiene otra implicancia interesante. Mientras construimos una historia, nos vamos dando cuenta de que lo que estamos inventando se nutre de las experiencias vividas en la vida real, y que, por lo tanto, también ésta puede ser considerada como una construcción dado que su ideario, valores y simbolismos se nutren de la producción cultural que se genera en el ámbito de las relaciones sociales mismas. Entender esta dialéctica nos sitúa dentro de lo que los semiólogos llaman campo de interlocución. Esta categoría se relaciona íntimamente con el concepto de visibilidad. Desde este punto de vista hacer cine en las escuelas significa visibilizar las problemáticas propias del campo de interlocución cuyos protagonistas son los alumnos, sus familiares, los docentes, los no docentes, los directivos y las instituciones públicas y privadas involucradas.
b - Intensifica la realidad
c - permite traer al aula el pasado y el presente
d - amplifica o reduce el tamaño de los objetos
e - presenta sucesos que no pueden ser vistos por el ojo humano
f - mejora la comprensión de conceptos y relaciones abstractas
g - ofrece satisfactorias experiencias estéticas
h - promueve un nivel comunicativo más sofisticado dada la naturaleza polisémica del lenguaje cinematográfico.
Por otro lado, producir cine involucra competencias que el mero rol de espectador no logra poner en acto. Hacer cine implica ser capaces de contar una buena historia. Para ello es preciso tener una buena idea y trabajarla convenientemente. Esto supone, en primera instancia, recortar desde el infinito espacio semántico un pedacito significativo que tenga algún valor para nosotros y después construir una historia verosímil. Para cumplir con el principio de verosimilitud en la historia deberán articularse universos reconocibles y personajes coherentes según la lógica de la dramaturgia. En una palabra, habrá que construir un buen guión.
Durante esta primera fase, en lenguaje cinematográfico preproducción, una vez decidido sobre el que hablar, los alumnos deberán investigar tanto las características de los universos propios de la historia desde diferentes perspectivas (sociológica, económica, jurídica, política, histórica, cultural, antropológica etc.), cuanto los perfiles sicológicos de cada uno de los personajes y las motivaciones que justifican las acciones concretas de cada uno de ellos (por qué hacen tal cosa y no otra). Procediendo de esta manera, la ficción será una representación sólida del punto de vista de los autores porque será una narración que respeta el criterio de verosimilitud.
Según la lógica de la dramaturgia entre el protagonista y el antagonista debe instalarse necesariamente un conflicto que será resuelto durante el desarrollo de la historia. Esto implica un rico ejercicio para los autores porque exige una resolución al mismo tiempo racional y creativa de los conflictos y dilemas que aparecerán en ella. Hay que tomar decisiones para hacer avanzar la historia. Y esto no es poco sobre todo si consideramos que estamos hablando de adolescentes, personas que están atravesando una edad crítica en la cual tomar decisiones adquiere una particular importancia. Aprender a relativizar, construyendo universos y personajes, ayuda a abandonar los prejuicios y al mismo tiempo adoptar una forma de pensar más crítica y madura.
Trabajar con el cine de ficción tiene otra implicancia interesante. Mientras construimos una historia, nos vamos dando cuenta de que lo que estamos inventando se nutre de las experiencias vividas en la vida real, y que, por lo tanto, también ésta puede ser considerada como una construcción dado que su ideario, valores y simbolismos se nutren de la producción cultural que se genera en el ámbito de las relaciones sociales mismas. Entender esta dialéctica nos sitúa dentro de lo que los semiólogos llaman campo de interlocución. Esta categoría se relaciona íntimamente con el concepto de visibilidad. Desde este punto de vista hacer cine en las escuelas significa visibilizar las problemáticas propias del campo de interlocución cuyos protagonistas son los alumnos, sus familiares, los docentes, los no docentes, los directivos y las instituciones públicas y privadas involucradas.
La calidad de la interacción que deriva de esta práctica producirá, con toda probabilidad, una armonización de las dinámicas propias del sistema escuela, generando una sensación de pertenencia y las condiciones políticas y sicológicas (horizontalidad, democracia, participación, autoestima) para un productivo desarrollo de las actividades académicas.
Lic. Carlos Abel Barnes
Director y Productor de Cine
imaginarioartecoop@hotmail.com
0351-4745062 / 155431805
Lic. Aldo Giuseppe Balasso
Profesor de Comun. Social
andrzen@yahoo.com.ar
0351-4612198
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